Cualquiera pudiera pensar y creer que los habitantes de Manabí y Esmeraldas tienen mejores condiciones para vivir y trabajar, luego de ocho años del terremoto de abril del 2016.
Resulta que no es así. Esmeraldas lleva la peor parte. Ahí, casi nada se ha reconstruido. Es la más desatendida y en la que menos inversión se ha hecho en la reconstrucción.
Y eso que se recaudaron más de 1 600 millones de dólares de los impuestos y contribuciones de los ecuatorianos, estipulados en la Ley de Solidaridad.
Adicionalmente, se recibieron donaciones de la cooperación internacional, del Banco Europeo de Inversiones, de China.
El mismo Ministerio de Transporte y Obras Públicas admite que se perdieron donaciones por la falta de presentación de los proyectos. O que no se sabe qué obras se hicieron y con cuántos fondos se cuenta para completar la reconstrucción.
En Manabí, la situación es mejor, aunque tampoco es que se haya hecho lo que se planificó. Las obras están incompletas, tienen fallas o se hicieron construcciones que no eran urgentes ante las necesidades de los damnificados.
Es sorprendente (no sé si hay otro adjetivo) enterarse que Pedernales, Manta, Portoviejo, Bahía de Caráquez, Chone y otros cantones no tienen los servicios más básicos, como agua potable y alcantarillado.
Tampoco se han construido los cuarteles de bomberos, vías, hospitales, casas (aún hay gente viviendo en carpas) y otras obras necesarias.
Sin embargo, se construyó la vía Manta-Colisa, que no estaba dentro de los 600 proyectos planificados por cerca de 3 000 millones de dólares.
Esa planificación la hizo el Comité de Reconstrucción y Reactivación Productiva, presidida por el exvicepresidente Jorge Glas, según el acta del 22 de mayo del 2017.
La inversión en ocho años
El Ministerio conoce que hasta diciembre de 2023 se invirtieron (devengaron) 2 373,3 millones de dólares. Pero, no es una inversión de calidad, porque las obras tienen fallas técnicas, legales, sobreprecio y otras irregularidades.
Por esas inconsistencias y los exámenes de Contraloría, la fiscal general, Diana Salazar, abrió una investigación penal contra Glas y ocho personas más, por presunciones de peculado. Glas está preso por la mala reconstrucción hecha en Manabí y Esmeraldas.
Escuchar y conocer que el hospital de Chone se construyó en el mismo lugar donde se cayó y se inundaba consterna. ¿Dónde está la reconstrucción técnica, la reconstrucción según las necesidades de la gente, la solidaridad con esos damnificados que perdieron todo (casa y familiares)? No hay respuestas de nadie.
Solo muestra indolencia y corrupción, unas marcas vergonzantes sobre la reconstrucción del terremoto. No es lo único. Faltó transparencia y hubo ocultamiento de información de parte de las autoridades de ese entonces y de las que estuvieron en los siguientes gobiernos.
Estas no son solo palabras. Cuando se está en Manabí o Esmeraldas se observa el despilfarro de los recursos de la reconstrucción y que el terremoto se convirtió en un capital electoral para los políticos. ¡Qué indolencia y cuánto robo!