El crÃtico y el perfecto
El polÃtico e historiador romano Tácito decÃa: “Quien se enfada por las crÃticas, reconoce que las tenÃa merecidas.” Cuando uno recibe crÃticas por su trabajo o desempeño, en la mayorÃa de ocasiones son de aspectos negativos, de las fallas que ocurrieron en su transitar diario, no tanto porque sea el humano un ser inconforme por naturaleza, sino porque quizás, quien nos pilla los errores, nos los dice, para que mejoremos y crezcamos. Hay quien cegado por el ego, se planta y no acepta crÃticas, eso les sucede, generalmente, a las personas que viven ensimismadas, que se creen el centro del mundo y no atisban un ápice de humildad. Todo esto viene a cuento, porque cerrada ya las puertas del evento del libro más importante del año, los comandantes de la ocasión se atrincheraron en su armadura, y reconocieron que no todo salió perfecto, pero casi se rozó la perfección. El primer ministro británico Winston Churchill lo tenÃa claro: “Las crÃticas no serán agradables, pero son necesarias.” Cuando uno inicia un proceso de rectificación de errores, las cosas más adelante le salen mejor. Nadie lo dejó dicho de una mejor manera que ese portento de la filosofÃa mundial, Immanuel Kant: “Con las piedras que con duro intento los crÃticos te lanzan, bien puedes erigirte un monumento.” Comencemos a erigir un monumento a la crÃtica constructiva, porque como bien decÃa mi profesora de TeorÃas de la Comunicación: ‘si nadie habla de usted, es porque no está haciendo nada.’
Pablo Virgili BenÃtez