Un grupo de cinco turistas, entre los que se encontraban los alemanes Ursula Konietako y Andreas Lute, se sorprendieron por la conservación de la isla Santay.
Llegaron en una lancha desde Guayaquil y recorrieron la Ecoaldea, integrada ahora por 56 viviendas, todas de madera y con paneles de energía solar sobre sus techos.
Este pequeño poblado está ahora asentado en un área, junto al muelle. Antes, las vetustas casas de caña estaban regadas por la isla.
Bajo un fuerte sol, los visitantes recorrieron parte de la caminería alta, que se empatará con el puente peatonal, de 840 metros que se construye desde la calle El Oro, en el sur de Guayaquil, hacia Santay. La obra está avanzada en un 98%.
Emiliano Sornoza, subdirector técnico del Servicio de Contratación de Obras, dijo que el plazo de entrega del acceso peatonal desde Guayaquil concluirá este lunes 31.
Luego, será concedida al Ministerio de Vivienda que será el encargado de programar su apertura e inauguración.
“En el puente tenemos detalles finales como pasamanos, accesos a las rampas, cuatro mástiles en los dos descanso, toldas, cámaras para el circuito cerrado; falta la pintura horizontal y la señalética vertical y el cable submarino que va a suministrar energía a la cabina de control del sistema vasculante que facilitará el paso de grandes embarcaciones”.
El proyecto integral está compuesto por dos puentes (Guayaquil-Santay y Durán-Santay), y dos senderos: uno de caminería alta (tipo puente) y otro sobre terraplén. Estos dos últimos suman 14,5 km de recorrido en la isla, cuya extensión es de 4 800 hectáreas, el equivalente a ocho veces el Parque Metropolitano de Quito.
Alejados del ruido de Guayaquil, los obreros aceleran la instalación de la caminera alta, de 1,8 kilómetros hasta la Ecoaldea. Se levanta a un altura de 1,20 metros, tomando en cuenta el ingreso del río a la isla.
Para afectar lo menos posible al ambiente, el material arriba en gabarras. La estructura de aluminio que soporta la caminería llega totalmente armada.
En la Ecoaldea los habitantes -unos 220 nativos- esperan con ansias la inauguración del puente, los próximos días. Creen que el turismo se convertirá en su fuente de trabajo.
Francisco Domínguez tiene 60 años. Él nació en la Santay y toda su vida se ha dedicado a la pesca, salvo los últimos meses cuando se sumó a los trabajos de construcción. “Como Asociación de Pobladores San Jacinto Santay estamos listos, esperando que lleguen más turistas cuando se abra el puente. Aquí se instalarán negocios de comida, artesanías, recuerdos. Se abre una gran oportunidad para los habitantes. Incluso, estoy pensando en dejar la pesca para dedicarme al turismo”.
Violeta Mateo, su esposa con quien vive en la casa N° 25, explica que entre las mujeres del caserío están organizadas hace tiempo en la preparación de alimentos. Para los turistas que llegan, ellas cocinan platos típicos como secos de chivo y gallina, pescado frito con menestra, cebiche de camarón… Además de ya haberse construido la escuela Jaime Roldós, actualmente se levanta una casa hospedaje familiar, dispensario médico, casa del guardaparques, oficina turística, área de reciclaje. Además, se dan los últimos detalles al comedor y la casa comunal.
También se habilitó una nueva cocodrilera, a donde serán trasladadas 11 especies.
Junto al muelle, antes de volver al bullicio de Guayaquil, los turistas alemanes toman fotos de un grupo de comuneros, adultos y menores, que reciben capacitación del Ministerio del Ambiente. Todos quieren dar la mejor atención al turista.