Si se revisa con atención la lista de científicos, una constante es el mayor porcentaje de varones. Esta relación, ¿es mera estadística o fruto de una inveterada exclusión que han sido víctimas las mujeres, desde tiempos inmemoriales? En las siguientes líneas algunos casos.
Santo Tomás de Aquino en su obra clásica “La Suma Teológica”, en el siglo XII, escribió: “este es el sometimiento con el que la mujer, por naturaleza, fue puesta bajo el marido: porque la misma naturaleza dio al hombre más discernimiento”. Esta concepción marcó una tendencia, bajo la égida del dogmatismo, que perduró a través de los tiempos.
Discriminación y estereotipos
La ciencia –quién lo creyera- ha sido uno de los campos laborales donde se advierte una marcada discriminación entre hombres y mujeres. En el siglo XXI, la Comisión de Mujeres y Ciencia del Consejo de Investigaciones Científicas (CSIC), “solo el 35 % de las carreras científicas estudian mujeres. Y aunque cada vez hay más mujeres en los laboratorios, sobre todo en los de biología, pocas ascienden a los puestos directivos, y tan solo 13 % llegan a ser catedráticas”.
La mencionada Comisión insiste en que esta discriminación depende de estereotipos, que responden a hábitos sociales y culturales arraigados, porque el machismo está impregnado en la sociedad y, por supuesto, también en la ciencia. Esta presión en forma de maltrato explícito o no verbalizado corresponde al menosprecio o minusvalía que sienten las mujeres desde la infancia, avanza en la juventud y se consolida en la edad adulta, que refuerza y reproduce un modelo que “invisibiliza” a las mujeres. Esta situación se observa también en los premios Nobel, en donde las mujeres han obtenido el 5 % de los galardones.
Mujeres: menos invisibles
Ante esta situación han surgido numerosos movimientos en el mundo, que tienden a defender el derecho de las mujeres a sus espacios laborales, con la premisa de lograr más igualdad en la ciencia, y que las mujeres sean menos invisibles. Un sitio muy visitado es #MeTooenlaciencia.
Una tendencia bien marcada es la aplicación de un enfoque de género –intercultural e inclusivo- como eje transversal a todas las ciencias, que permita la aproximación más a la realidad –el mundo está compuesto mitad por mitad por mujeres y hombres, iguales en dignidad y derechos-,y derribar progresivamente los tabúes y los límites culturales que han mantenido a las mujeres en el anonimato.
En este contexto, la cultura patriarcal –sesgada hacia los hombres- debe dar paso a relaciones de poder más equitativas para equilibrar el mundo. En el presente caso, el sexismo científico es un atentado a los derechos humanos de las mujeres y una afrenta para la sociedad en su conjunto.
La investigación científica -desde una perspectiva de género- supone una manera creativa de mejorar los conocimientos y enfoques, y encontrar nuevas opciones –en pie de igualdad- para humanizar no solo el ámbito académico, sino toda la sociedad de cara al futuro. En suma, el conocimiento no es propiedad del hombre o de la mujer, sino de toda la humanidad.
Aportes de las mujeres a la ciencia
Desde la antigüedad, las contribuciones de las mujeres a la ciencia han sido notables. Se conoce que Hipatia de Alejandría fue la primera mujer científica de la historia. Natural de Egipto, Hipatia trabajó en los campos de las matemáticas y la astronomía, cultivó los estudios lógicos y las ciencias exactas, y dirigió la Escuela platónica de Alejandría, a comienzos del siglo V. Escribió sobre geometría, álgebra y astronomía. Se la considera “mártir de la ciencia” porque fue asesinada por sus ideas
Precursoras de la alquimia, en el siglo I y II (d. C.), las mujeres demostraron habilidades importantes, pero siempre fueron excluidas. El caso de la exclusión de las mujeres en las primeras universidades creadas en el siglo VI es patética. Recién en el siglo XVIII, Laura Bassi, italiana, fue la primera mujer que accedió a estudios científicos.
Una de las científicas más conocidas del mundo es la física y química nacida en Polonia, Marie Curie (Marie Slodoska), quien obtuvo por dos ocasiones el premio Nobel (Física, 1903 y Química, 2011), por el descubrimiento del radio y el polonio, pero existieron otras mujeres que contribuyeron a resaltar la ciencia. Dos casos especiales fueron Rosalind Franklin, descubridora de la estructura doble del ADN, y Francoise Barre-Sinoussi, premio Nobel de Medicina, por descubrir el virus del SIDA, en 2018. Otra mujer notable fue Barbara Mcclintock, especialista en Genética, Premio Nobel de Fisiología y Medicina (1983), quien descubrió la existencia de intercambios cromosómicos.
Otros aportes significativos fueron de Emilie de Bretenil, francesa, quien en el siglo XVIII introdujo la Física en el campo del conocimiento científico, y de la primera programadora de ordenadores: Augusta Ada King. La lista de científicas es larga, tanto en Medicina, Fisiología, Física, Química, Farmacología, Embriología y Biología, entre otras disciplinas. Premios Nobel en Física, Química, Fisiología y Medicina: 587 (97%, hombres; 20 (3%, mujeres).
Las mujeres científicas en el Ecuador
El 11 de febrero fue designado por la Unesco, el Día Internacional de las Mujeres y Niñas en Ciencia. Esta celebración es el resultado de esfuerzos globales para lograr la inclusión de las mujeres en ciencia.
El Ecuador sigue los patrones mundiales, según un estudio reciente, que califica a la ciencia como sexista o machista. “Las mujeres dedicadas a la ciencia e ingeniería apenas llegan a un 24% de la fuerza laboral del planeta. De ese 24%, las mujeres científicas están distribuidas en diferentes áreas: el 53% en las ciencias sociales, 51% en las ciencias médicas y biológicas, el 23% en las áreas de computación y matemáticas, y apenas el 13% en las ingenierías”.
Eugenia del Pino, especialista en Embriología, fue la primera ecuatoriana en ser elegida miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, y ganadora del Premio Loreal para Mujeres en Ciencia, en Francia. Ha dedicado su vida a la investigación y la enseñanza.
La Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (Remci) es un grupo de mujeres en ciencia, que trata de visibilizar los trabajos de investigación y crear una comunidad de apoyo, aprendizaje e intercambio.