El historiador Rodrigo Villegas dedicó buena parte de su esfuerzo intelectual, al estudio de la Época Aborigen, es decir a aquello que los historiadores tradicionales solían llamar “Prehistoria”, como si los pueblos originarios hubieran sido “pueblos sin historia”, que comenzaron a tener vida, historia y derechos al iniciarse la invasión y el genocidio hispánico. Villegas investigó sobre historia aborigen o “Protohistoria”. Creía que nuestras más remotas raíces podían ser historizadas. Así escribió‘El último Inca del Tahuantinsuyo’, un libro reeditado por la Casa de la Cultura Núcleo de Imbabura como volumen XVIII de la Colección Carangue.
Villegas dice en el proemio de la obra: “Esta monografía de Atahualpa aspira a expresar con la mayor fidelidad que ha sido posible, una de las épocas más importantes de la Protohistoria Ecuatoriana, no como evocación lírica o sentimental, ni como un recurso fugaz de una cultura y de un hombre que desaparecieron en el tumultuoso devenir de las generaciones, sino más que todo, como una relación de causalidad entre el pasado y el presente, descartando los subjetivismos para reemplazarlos con la investigación y el análisis de las relaciones económico sociales…”.
El autor entendió su trabajo como una visión integral de relación del pasado con el presente. Por ello dice que “no se trata de una simple narración de hechos político-militares, sino de buscar las condiciones que hicieron posible el reajuste de los grupos étnicos que habitaban lo que es hoy el Ecuador”. Pensaba que la obra no era solo sobre un personaje, sino también sobre su entorno.
Al esbozar la biografía de Atahualpa produjo un libro corto y de carácter general, cuyo objetivo no era profundizar en el estudio de la vida del Inca con un texto extenso, sino producir un libro de divulgación para un público amplio. La escribió no solo para dar a conocer una trayectoria individual, sino para aportar al conocimiento del pasado aborigen, y con ello de los fundamentos de la nacionalidad ecuatoriana y de las bases históricas del reclamo territorial del Ecuador frente al Perú. Lo hizo con gran esfuerzo de lectura, búsqueda y sistematización, con las limitaciones de sus propias concepciones y de los textos que trataban el tema entre los años cincuenta y setenta del siglo XX.
A las motivaciones mencionadas se debe añadir una, que en el caso del autor es muy importante. Para un imbabureño, destacar la acción del Inca Atahualpa es reivindicar a la figura más relevante de la historia local y regional. El Inca caranqui es el mayor de los personajes que nacieron en tierras imbabureñas. Fue emperador y conquistador como Alejandro Magno, César o Napoleón. Visto desde esa perspectiva, es el “imbabureño” que más se destacó en el mundo. Su vida es referente fundamental para todos.