Imagen referencial. El también llamado ‘reloj del apocalipsis’ fue creado hace 70 años por un boletín científico. Funciona como un índice que determina la distancia a la que se encuentra el fin del mundo. Foto: publicdomainpictures.net.
Las malas decisiones políticas para tratar el covid-19 han sido una de las razones para que la humanidad se encuentre a 100 segundos del apocalipsis. Esta sentencia está marcada por el Reloj del Juicio Final, una iniciativa creada por científicos para analizar qué tan cerca se encuentra el ser humano del fin de los tiempos.
“La letal pandemia de covid-19 sirve como una ‘llamada de atención‘ histórica, una ilustración vívida de que los gobiernos y las organizaciones internacionales no están preparados para manejar las amenazas que verdaderamente pueden poner fin a la civilización humana, como las armas nucleares y el cambio climático”, escribió el grupo de científicos en un comunicado difundido el 28 de enero del 2021.
No es la primera vez que este conteo se encuentra tan cerca del fin, ya desde hace un año estamos a cien segundos del apocalipsis. Esto por el cambio climático y las pocas políticas para revertirlo. Otra ocasión en la que el reloj se aceleró fue en la Guerra Fría por la amenaza de un holocausto nuclear.
La iniciativa del Reloj del Fin del Mundo fue fundada en 1945 por Albert Einstein y científicos de la Universidad de Chicago. Todos los estudiosos fueron los encargados de desarrollar la bomba atómica. Este conteo funciona con la figura del apocalipsis, como el fin de los tiempos, y un conteo que llega hasta cero y está relacionado con el riesgo que vive la humanidad de llegar a su fin.
A pesar de que la pandemia alteró las emisiones de carbono al ambiente, los expertos advierten que: “durante la próxima década, el uso de combustibles fósiles debe disminuir drásticamente si se quieren evitar los peores efectos del cambio climático (…) Los incendios forestales masivos y los ciclones tropicales de 2020 son ilustraciones de la gran devastación que solo aumentará si los gobiernos no amplifican de manera significativa y rápida sus esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero”.