Esta entrevista termina con la siguiente petición, en el lobby de un edificio y después de un abrazo sincero: “¡Quitarás las pendejadas!”. Pero hacer caso a ese pedido sería falsear la deliciosa conversación mantenida con el ‘Pájaro’ Febres Cordero, a propósito de su nuevo libro, ‘Pajarerías’ (Aguilar), que es un recopilación de artículos y fue presentado anoche en Mr. Books.
Amparado por su cigarrillo –para ganarle a los nervios, dice–, el ‘Pájaro’ se dispone a dar un paseo por su vida de articulista de humor; porque ‘Pajarerías’ es un libro para reírse, y mucho. Con su pelo engominado hacia atrás, sus manos inquietísimas (tanto que parecen una tercera presencia en la habitación) y el humo del cigarrillo inundando su pequeña oficina comienza esta entrevista.
Su timidez en el trato es bien conocida, pero al leer ‘Pajarerías’ parece que usted hace un estriptís.
Es que es eso; es quizás una forma de exorcizar los fantasmas de la timidez, de la cortedad. Cuando escribo me transmuto’
Los artículos que presenta en este libro, que son de humor y fueron escritos a lo largo de décadas ¿ocupan un lugar distinto dentro de su rutina periodística?
No, es algo que me va brotando, no sé si a pesar mío, y que va encontrando una unidad. Estos son artículos de distintas épocas de mi vida con un denominador común que es el humor.
También son cotidianos.
Así es, porque hablan de cosas que a todos nos pasa con nuestros hijos, con nuestras relaciones, con el médico, con las enfermedades’ Ese es el hilo conductor.
Volviendo a su estripstís, ¿por qué lo hace de manera colectiva y mete a su familia?
Porque ahí encontré un filón. Esa cotidianidad que después, vista con ojos pasados por el tamiz del tiempo y el humor, me daba un material maravilloso. Hasta que un momento, cuando el Samuel (su hijo) entraba a la adolescencia me dijo: “Papá, yo no quiero ser un personaje tuyo porque mis amigos me están molestando”. Ahí se me cortó este filón’
¿Se da cuenta de que por estos artículos, gente que no lo conoce siquiera a usted se puede referir a su familia como ‘la Cata’ (esposa), ‘la Valentina’ (hija) o ‘el Samuel’?
Sí, se volvieron personajes.
¿Y no les molestaba?
No’ por lo menos no, hasta que les molestó. Aunque a la Cata no le importa ni tampoco a la Valentina, entonces ellas siguen ahí.
Al leer ‘Pajarerías’ uno cae en cuenta de que hubo un Pájaro más entusiasta, pero si uno lo lee a usted ahora en El Universo mira a un ‘Pájaro’ desencantado ¿es así?
Yo creo que ahora soy más escéptico. Y eso también depende de la edad, de tu relación con la vida y con la muerte. Porque la vida te va modificando por adentro y por afuera inevitablemente. Sí, quizás estoy más desencantado, escéptico y nostálgico. Tienes razón, no soy el mismo.
¿Cuántos ‘Pájaros’ hay?
Tantos, cuantos días hay en la semana’ y en los años.
¿Qué ‘Pájaro’ se puede ver en ‘Pajarerías’?
Un ‘Pájaro’ más irreverente, descorbatado, ‘enblujeaneado’’
Y disparatado, sin duda.
También, es que trato de ver la realidad sin solemnidad.
¿Se ríe cuando escribe?
A veces sí. Es curioso, pero cuando estoy en un estado anímico malo, el humor me funciona como catarsis. Y dejo que salga.
¿Qué lugar tiene un libro de humor tan fresco en un momento denso como el actual?
Para mí es como respirar otros aires en un ambiente tan cargado de humo negro, de ese pesado esmog que expele el poder. Esto me alienta, me reconcilia con la vida y con los otros; me rejuvenece.
¿Qué fibras le tocó la revisión de estos textos?
Me tocó muchas y profundamente, porque revisé los avatares de mi vida; reí, lloré, recordé.
Comparta un poco de ese ‘aire’ que le hizo reír ‘
Por ejemplo El que llama y cuelga (de cuando Valentina tenía un admirador secreto en la adolescencia que ‘llamaba a colgar’), porque me acordé cómo la Cata y yo pasábamos pendientes de que llame; o el que se llama De verde (cuando pintaron de verde varios espacios –quizá demasiados– de su casa de Conocoto), del cual mi casa es testigo hasta ahora; o lo del Samuel con Michael Jordan (que era su ídolo)’
¿A quién recomendaría la lectura de este libro?
Este libro es perfecto para la gente que va al baño (estallido de risas, de ambos); es para tener un momento de paz, de refrescamiento; por eso también creo que va bien para las personas que hacen fila en una ventanilla o para quien va en el bus y no quiere estar pendiente del apretujamiento, porque son artículos cortos que no tienen orden ni nada, solo humor y relax en un mundo que es cada vez más agobiante.