Rafael Correa recibe la felicitación de Gabriela Rivadeneira, presidenta de la Asamblea. Foto. Vicente Costales/El Comercio
Cuando los asambleístas de Alianza País abandonaban el Palacio Legislativo el sábado, 24 de mayo, luego del informe presidencial, no ocultaban su emoción. El anuncio del presidente Rafael Correa de apoyar una enmienda constitucional que permita la reelección indefinida para todo cargo de elección popular, era un anuncio público que lo estaban esperando.
En Alianza País aclaran que el Presidente no ha dicho que se lanzará ya a la reelección. Pero para Gabriel Rivera, presidente de la Comisión de Fiscalización, no solamente es un “clamor” ciudadano que se evidencia en los distintos foros, sino una “exigencia”. El momento en que Correa deba definirse, “le exigirán que no abandone la revolución”.
Sin embargo, más allá del supuesto entusiasmo popular que pudiera generar el que Correa se quede 14 años o más en el poder, el anuncio del oficialismo coincide con tres escenarios políticos coyunturales.
El primero tiene que ver con la crisis interna de Alianza País y su dificultad para que surjan cuadros más allá de la figura del Presidente.
El segundo responde a la relativa facilidad con la que el oficialismo puede dar el trámite al proyecto de enmienda constitucional.
El último escenario es la eventual reconfiguración de otras fuerzas políticas de oposición, cuyos principales líderes: Guillermo Lasso, Mauricio Rodas y Jaime Nebot, podrían alcanzar dimensiones nacionales en el mediano plazo.
La crisis interna
Los resultados de las elecciones del 23 de febrero no fueron los esperados por el oficialismo. Alianza País, si bien controla la mayoría de prefecturas, cedió espacio en las ciudades más pobladas del país. Entre ellas, sus dos bastiones más importantes: Quito y Cuenca.
El propio Presidente argumentó que el proceso de seleccionar las candidaturas para esos comicios revelaron las debilidades de la organización y la falta de cuadros políticos con vida propia. Por lo que reconoció que la revolución ciudadana, para seguir gobernando, necesitaría de la figura de Rafael Correa.
Esta es una teoría que el canciller Ricardo Patiño no considera pertinente plantear. “Ha hablado de la reelección de todos los poderes que se eligen a través del soberano”, algo que, insiste, deben recoger “todos los medios en su plenitud”.
Con Correa a la cabeza del proceso electoral del 2017, cualquier factor de divisiones interna en Alianza País tiende a reducirse. La legisladora María José Carrión dijo que le alegraba que todo el bloque estuviera “en sintonía con él”.
Una vía expedita
Con el control total de la Asamblea, por parte del oficialismo (hecho inédito desde 1979), no se prevé inconvenientes para impulsar el cambio constitucional vía enmienda. Es decir, un debate jurídico sin necesidad de llamar a consulta popular. El único escollo sería la decisión que, previamente, deba dar la Corte Constitucional para que la Asamblea inicie la discusión, en dos debates, con un candado de 13 meses de por medio. Como señala el asambleísta Diego Salgado (Creo), la Corte daría paso a la enmienda sin problema.
El fantasma de la derecha
El Presidente advirtió que un modelo neoconservador amenaza a la revolución ciudadana y que por ello es importante defender la institucionalidad de lo que han logrado los gobiernos progresistas de la región.
El analista Simón Pachano, encuentra una contradicción en esas palabras. “Él dice defender la institucionalidad cuando en el fondo da lugar al personalismo”. Su lectura es que mucho de su discurso del 24 de mayo estuvo dedicado a Nebot y Rodas. A ellos dos, Pachano sumaría a Lasso.
Este último desafió ayer a Correa para que la propuesta de la reelección indefinida sea consultada al pueblo.
El fortalecimiento de la derecha al que alude Correa, en cierta forma, tiene que ver con voces cercanas al PSC, como la de Luis Fernando Torres, quien señala que Nebot es la única opción de cambio para el 2017, ya que Rodas apenas ha iniciado su gestión como alcalde de Quito.